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Conocer a Falcao García y a Silvestre Dangond es el sueño de Brayan David

Viendo los partidos de la selección en el Mundial y tocando un acordeón de juguete, el menor de 5 años ha pasado los primeros días de convalecencia.

Brayan David Salcedo Villalba, un milagro de Dios al sobrevivir de la tragedia de Fundación que cobró la vida de 33 niños el pasado 18 de mayo, pasa su convalecencia rodeado del cariño de sus padres, pero aislado de los recuerdos de ese trágico día.

En pleno Mundial Brasil 2014 el menor de 5 años permanece atento a cada uno de los partidos que se juegan en la competencia orbital. “No se pierde un partido de la selección”, asegura su madre Leneidy Villalba.

El niño, seguidor de Radamel Falcao García en el fútbol y de Silvestre Dangond en la música, sueña con conocer algún día a sus ídolos. Del primero ha seguido todo lo que ha acontecido en los últimos meses con él. Incluso se entristeció cuando supo, después de salir de la UCI del Camino ‘Adela de Char’, que el samario no jugaba el Mundial en Brasil por la lesión que sufrió en enero en un partido de la Copa de Francia.

Y al segundo, al cantante de música vallenata Silvestre Dangond, lo evoca cada vez que toca un acordeón de juguete que le regaló su papá y en la que trata de sacar las notas de éxitos musicales del padre del ‘Silvestrismo’.

En medio de su inocencia, Brayan pasa el día jugando con un arma todo y una cartilla para dibujar. Como si nada le hubiese sucedido. Ve canales infantiles y por los días en que se cumplió el primer mes de la tragedia (el pasado 18 de junio), sus padres prefirieron no ver noticieros en la televisión para que el pequeño no recordara. Tampoco ven aquellos programas en los que se ha revivido la tragedia.

“Para él los recuerdos son solo las manchas que le quedarán en la piel”, dice  Leneidy. “Está como si nada le hubiese pasado, pese a que estuvo 18 días en UCI, sólo en la piel están los recuerdos de ese 18 de mayo”.

Brayan futbolista

Al menor se le recuerda sonriente saliendo del ‘Adela de Char’ el pasado 17 de junio vistiendo la camiseta de la selección Colombia y cargando un balón con la imagen de Radamel Falcao García. Esa camiseta fue un regalo de médicos del centro asistencial que siempre lo animaron en el proceso de recuperación de las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió en el 30 por ciento de su cuerpo.

La madre de Brayan David no sabe si el menor será futbolista pero se admira de lo que representa para su hijo Radamel Falcao García como un referente del fútbol colombiano. “A Falcao le hizo seguimiento desde que se lesionó, cuando lo mostraban en los noticieros, supo de su lesión y estaba atento a su recuperación”, recuerda su mamá.

En ese interés estaba el menor a mediados de mayo. Por ello para él fue una sorpresa al pasar a una habitación en el ‘Adelita del Char’ el 5 de junio, saber ese día que Falcao no había logrado la recuperación que necesitaba  para estar en el Mundial (la noticia se conoció el 23 de mayo, cinco días después de la tragedia).

Leneidy Villalba sostiene que cuando Brayan supo que Falcao no iba a estar en el Mundial, de inmediato preguntó el por qué.  Por la admiración al futbolista el niño de 5 años sueña con conocerlo. “Tiene afiches, revistas, el balón con su imagen”.

Como solo ha visto a Falcao con la camiseta amarilla, por eso es que le gusta más la de este color a pesar de que tiene otra, la roja.

Brayan soñaba con tener una camiseta original, la amarilla, de una tela especial, que no lo afectara en su piel, y el sábado, una mujer barranquillera le cumplió su deseo. ‘Lista para el partido del martes’, le dijo a la mamá, tras probársela y comprobar que le quedaba a la medida de su cuerpecito.

Brayan Silvestrista

Leneidy Villalba al igual que Carlos Hernández el padre del menor, no precisan hacia dónde se inclinan más los sueños en el futuro de Brayan David. La balanza está entre futbolista o acordeonero, dicen, al hablar de “sus sueños de niño”. 

Quiere aprender a tocar acordeón. Su padre le regaló una de juguete”, pero al saber que no es un instrumento profesional le dijo al papá “que quería una de verdad verdad”.

Esa es de jugar papi, esa no es de verdad”, le respondió, recuerda sonriendo su mamá.

En el mundo del vallenato el artista que más admira es a Silvestre Dangond.

El niño le pidió a su mamá que lo llevara a conocer a Silvestre cuando se presentó en agosto del año en las corralejas de Fundación. “Pero por falta de plata no fuimos”, dice su mamá. Anotó que “lástimosamente no pudimos ir por falta de plata, pero él se trasnochó porque no fuimos a pesar de estar cerca del estadio en donde se presentó”.

Las pocas personas que han estado alrededor de este milagro de vida llamado Brayan, de quien Dios dispuso que continuara en la tierra para ser alguien, lo describen como un niño “juguetón” que pese a las dificultades  siempre está de “excelente ánimo”.

Los recuerdos están latentes en su mente, pero el trabajo de los sicólogos está encaminado a que la tragedia no lo perturbe en el día a día.

La familia de Brayan David necesita ayuda. Carlos Hernández es su papá de crianza, pero lo quiere como si fuera su hijo biológico. Él también vive su drama. Para el mes de mayo cuando sucedió la tragedia tenía una moto en la cual trabajaba como mototaxista. La financió a 18 meses, pero sólo había pagado 3 cuotas y no ha podido seguir trabajando.

Brayan por recomendación médica necesita consumir mucha gelatina, frutas y lácteos, pero sus padres  no tienen los recursos.

También necesitan acetato de aluminio (recomendado para la restauración de la piel) pues el frasco que le dieron a la salida del ‘Adelita de Char’ es pequeño y tiene que aplicarse dos veces al día.

Este milagro de Dios que debe iniciar una nueva vida, requiere ahora la ayuda de todos.

Por lo pronto quiere conocer a Silvestre Dangond. De él espera aunque sea una llamada por el celular de su mamá. Y espera que cuando esté mejor y regrese a Colombia, Radamel Falcao lo visite. O le envíe un mensaje. Algo que ambas estrellas, del vallenato y del fútbol, deberían atender para ayudar a la recuperación física y psicológica del menor.